Por: Héctor Francisco Torres, Gerente Colombia
El viernes 15 de marzo de 2019, aparentaba ser un día típico del final del verano en Christchurch, la ciudad más populosa de la Isla Sur de Nueva Zelanda, pero a la una de la tarde un acontecimiento atroz conmocionó no solo a los lugareños, sino al mundo entero: un extremista australiano atacó a bala dos mezquitas, asesinó a medio centenar de personas y transmitió la masacre en vivo a través de una red social.
Pese a que la acción terrorista fue una demostración más de la polarización, el radicalismo y la intolerancia que infortunadamente se arraigan cada día con mayor fuerza en las sociedades alrededor del mundo, la reacción de Jacinda Ardern, entonces primera ministra neozelandesa, fue una lección de liderazgo consciente. Con su reconocida capacidad para aprender, adaptarse y convertir los desafíos en oportunidades, Ardern respondió con empatía y consiguió la unidad del país (y el reconocimiento global) en medio de la tragedia promoviendo la solidaridad, la diversidad, la comprensión intercultural y la convivencia pacífica en un mundo cada vez más interconectado.
Ese liderazgo consciente se basa en la atención plena, la comprensión profunda y la toma de decisiones reflexivas y éticas. Implica un nivel elevado de autoconciencia y de empatía hacia los demás, así como el análisis de las consecuencias que las acciones y decisiones tomadas puedan tener en el largo plazo.
En el contexto organizacional, el liderazgo consciente procura el equilibrio entre los objetivos empresariales, el bienestar de los empleados, la sostenibilidad y la responsabilidad social, e implica poner en práctica al menos seis principios ineludibles:
- La ética y los valores como punto de partida, pues deben guiar siempre, con coherencia y solidez, la toma de decisiones en beneficio de la organización, los colaboradores y la sociedad en general.
- La autoconciencia, que significa estar atento a las emociones y sentimientos propios, actuar en sintonía con ellos y reconocer el impacto que tienen sobre los demás.
- La atención plena, que consiste en permanecer en el presente y tomar decisiones informadas para abordar situaciones cambiantes de manera efectiva.
- La empatía, que no es otra cosa que desarrollar la capacidad de comprender los puntos de vista, necesidades y expectativas de los demás, actuando con compasión.
- La curiosidad, que mueve al líder consciente a cultivar el crecimiento personal, reconocer errores y aprender de ellos para mejorar constantemente.
- La comunicación abierta y auténtica, para establecer y profundizar relaciones basadas en la honestidad y la confianza con los integrantes de su equipo de trabajo.
El liderazgo consciente va más allá de cumplir metas operativas y financieras. Comprende el impacto de las acciones diarias en personas, sociedad y medio ambiente, buscando una huella positiva y valiosa.
En resumen, el liderazgo consciente, como demostró Jacinda Ardern en momentos de crisis, nos invita a liderar con empatía, comprensión y ética, transformando desafíos en oportunidades para el crecimiento individual, organizacional y social.